La idea siempre fue hacer un restaurante de mariscos que llevara el concepto de tener una palapa a la orilla del mar pero en la Ciudad de México.
Después de buscar en varios sitios, Gabriela Cámara dio con Durango 200 y ahí encontraría el icónico local que, hoy en día, es tan querido.
El primer platillo en la carta fue el pescado zarandeado; retrata muy bien el carácter del Contramar. La estrella son las tostadas de atún; una receta que ha superado la barrera del tiempo y ha logrado estar en el corazón de nuestros comenzales.
Los postres también son uno de los íconos del Contramar y resaltan por el gusto de nuestros comensales al pedir un merengue con fresa o nuestra icónica tarta de higos.
A 25 años de su apertura, Contramar cada vez cuenta con mejores proveedores, esforzándose para mantener la mejor calidad y nos superamos todos los días.